Dientes de silicio y de silencio
muerden tus pies descalzos.
El silicio penetra el gemido
de los pasos que ya no están
y el silencio acompasa la llovizna de tus sollozos,
justo antes de que despeñes tus gritos.
Muerden cuando duermes
y una lágrima de sueño
moja los amancay de la noche.
En su regazo amarillo descansa el sol,
hasta que despierte con el lamido seco
de tus talones corriendo hacia el desierto,
donde sangran los cerezos.
Un colibrí del atardecer
acariciará con sus alas
la sonrisa enterrada de mordiscos
en el hueco de tu tristeza.
Y volverás del silencio
sin palabras y sin aliento,
cuando tu carita desove carcajadas
sobre la sangre de tus pies mordidos.
(C) Hugo Morales Solá
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