viernes, 12 de junio de 2020

Pandemia


¿Recuerdas los abrazos, las manos que se aprietan

y el calor de un beso en la mejilla,

los cuerpos que se rozan,

que se chocan y se agolpan en las calles?

 

¿Recuerdas la carcajada atragantada de alegría

que mostraba el brillo de los dientes al sol?

¿Recuerdas nuestras manos entrelazadas,

tu carita junto a la mía y el sudor de nuestros alientos?

¿Recuerdas mis caricias que despertaban tus sueños

y tus caricias que adormecían mis vigilias?

 

¿Recuerdas la prisa en las calles, la urgencia del taxi,

recuerdas el estrés del dólar y la inflación desbocada,

el embotellamiento urbano

y el bullicio de los sobrevivientes de la ciudad?

¿Recuerdas la sonrisa desnuda de barbijos?

 

Hay ahora un respiro profundo de la naturaleza

y el justo descanso del planeta.

La selva, los bosques y desiertos

devuelven los animales

a sus lugares arrebatados.

Los mares se aquietan y se enfrían,

los glaciares vuelven al hielo de su perplejidad.

 

¡Ah, cuánto darías por cambiar esta quietud de cuarentena,

por las angustias de aquellos días desenfrenados,

por el paroxismo desaforado del dinero!

 

¿Quién te dijo que ese tiempo era la normalidad?

Ese tiempo sólo fue el de la naturaleza desconsolada.

¿Quién te dijo que ese tiempo lo merecías más que otros?

¿Quién, que tu humanidad es superior a la de muchos?

 

¡Cómo! ¿Que tus derechos están por encima de los demás?

¿Qué tus méritos te habilitan al descarte de muchos?

El virus nos ha igualado en una sola tempestad.

Y tú, sigues ostentando la sinrazón de tus oropeles  

 

Yo volveré a dibujar tu silueta

en el humo estilizado que levita el café,

sólo si nuestra humanidad  

conoce otras alturas

en otros cielos y en otras tierras.

 

©Hugo Morales Solá


 Mi columna en El Corredor Mediterraneo. Revista cultural de Río Cuarto. Córdoba.  https://acrobat.adobe.com/link/review?uri=urn:aaid:scds:U...