En el fondo de tu boca anida mi deseo.
Cuando quiero lo desentierro entre las
culebrillas guardianas que se esconden
en el cuenco líquido de tus fauces.
culebrillas guardianas que se esconden
en el cuenco líquido de tus fauces.
Y me acechan.
Yo te busco.
No me amedrentan sus esfinges de cancerberos.
Salto a la luz desde la noche,
y es eterna la felicidad de jadear sobre tu gozo,
mariposa de la niebla,
innombrable agitadora de mis sentidos.
Me cuelo en el viento de tu asombro
y navego hacia tus entrañas.
Y te desnudo.
Nada quieres, aunque todo lo apetezcas.
Me rechazas y me albergas.
Te sobrecoges y te tientas.
Tu profundidad es generosa,
inmensa para quererme y no quererme.
¡Confusa belleza que me envenena
en el calambur de tus palabras!
en el calambur de tus palabras!
Me dices que eres el bing y yo el bang
en este espeso ensamble que rocía nuestros cuerpos,
como el zumo vaporoso que voy libando de tu boca.
Que no habrá más lunas después de este crepúsculo,
que el sol coagulará su desconsuelo.
Pero yo reposo seguro en las tibias cavernas
que riega tu sangre deletérea, siempre inatrapable.
(c) Hugo Morales Solá
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