Sangra de niebla la mañana.
Los años sangran de olvido.
Miro tu ausencia
y sus manos son hiedras
que me abrazan y me ahogan.
Hay nieves de ira en tu memoria.
Es que nunca se fueron tus pasos de fuga,
se quedaron aquí, a tientas y sin perdón.
Miro ahora tu presencia
y la memoria se desviste de recuerdos.
Es una amnesia errante
de sombras que se extravían en el silencio,
de silencios que se aturden sin sosiego.
Es inútil, las escamas de la noche
nunca podrán devolvernos
el sueño que ha pasado.
Todavía respiro tu temblor a mi lado
y siento sangrar a los lapachos
su sangre violeta de setiembre.
Luego vuelvo a tu costa
como una suave marea y
te olvido y te recuerdo.
Te recuerdo y te olvido.
Duermo y despierta tu presencia.
Despierto y se duerme tu permanencia.
Estoy solo, sangrando tu recuerdo,
mientras la luna sangra su amanecer.
mientras la luna sangra su amanecer.
(C) Hugo Morales Solá
1 comentario:
Hermoso poema, cuando la ausencia se hace parte de uno mismo.
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