La tarde duerme en el arenal
donde mueren los soles del valle
que lentamente revivirán
en las uvas del verano.
Hasta aquí han llegado tus pies de azahares,
traen las espinas del naranjal,
secos de tristezas,
desangrados de lloviznas.
desangrados de lloviznas.
Han venido a matar las uvas
que tragaron las luces del frío.
La muerte debe vivir en otras vidas.
Siempre. Una y otra vez,
hasta volver a morir.
Y tú. Me pueblas de silencios
y germinas el aire de palabras.
Algún día el vino que muere en otras sangres
renacerá en tus pies y en tus uvas.
Y en tus soles.
Entonces, el arenal despertará
el sueño de la tarde.
Como un remolino de tibieza,
entre el polvo de silicio
haremos la zafra de tus desdichas.
(c) Hugo Morales Solá
1 comentario:
Me gusta mucho esa simbiosis que logras entre el paisaje, la propuesta gozosa de la tierra y la dureza del trabajo. Un abrazo.
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