Maja de mis
días.
Perfil del
viento que das vida
a esta
tierra de azahares.
Vuelves en
versos,
como un
suspiro de eternidad,
como un
oleaje nocturno
que mece
mansamente la pleamar
Yo te busqué
desde antes del universo.
Desde el
umbral de tu presencia,
he visto
abrirse al estuario de tu sonrisa.
Allí cabían
todos los pájaros de nuestra esperanza,
y nos
sometió dulcemente, hasta la última luz.
Deliciosa
esclavitud por la que mi libertad no se subleva.
A partir de
tu sueño puede respirar el mundo.
Soplo tibio
de la ternura, doncella del tiempo,
cuando
llegue el fin, sé que seguiré vivo.
En la
colmena de tu memoria, viviré.
Con mis
recuerdos harás un abejar exquisito
y sabrás golosearte una y otra vez.
En tu
corazón podré levitarme del olvido.
¡Ah, dulce
abejita de mi destino!
Quién te
mandó consolar mis pies agobiados.
Quién te
puso a brillar sobre esta pálida fragilidad.
Quién te
encomendó acompañar mi viaje a la eternidad.
© Hugo Morales Solá
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