Cuando vuelvas Padre Sol
tráeme la lluvia,
trágame el cielo
y déjame una nube de silencio
que grazne esperanzas
sobre las dunas dormidas.
Hay soldados sin espinas
que mueren de pie
en el ejército del cardonal.
La luna está sedienta
y duerme sin el satén de hielos
en la cresta de sus peñascos.
He visto al bastón del hechicero
viborear en la greda
y temblar entre las rocas.
He visto a la serpiente de dos cabezas
llamar a la lluvia,
lamer la piel de sus ancestros
lamer la piel de sus ancestros
y rasgarse el vientre en el espinar.
Y tú, Padre de las nubes
cicatriza las grietas de este valle ocre.
Tus lenguas de fuego
han malherido a las uvas
y han traído una quietud de muerte
sobre el maizal.
Apaga las súplicas de mis hermanos,
llueve sobre este lecho ardiente,
moja esta tierra reseca
y desarruga los remolinos de desasosiego
que oscurecen sus atardeceres.
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